Escena con música perfecta: Max Richter – Never Look Away (2018)

La película «Never Look Away» y la banda sonora de Max Richter nos entregan otra «Escena con música perfecta».

“Never Look Away” fue para muchos, la gran cinta del 2018. Luego de recibir una ovación de 13 minutos en el Festival de Cine de Venecia, los ojos del mundo se enfocaron en la película de Florian Henckel von Donnersmarck (famoso desde “The Lives of Others” en 2006) inspirada en la historia del pintor alemán Gerhard Richter, cuya tía fue asesinada por los nazis en el contexto de su programa de selección racial (tenía esquizofrenia) y luego terminara siendo yerno del director del Hospital donde las operaciones de esterilización previas se realizaban. Tras formarse como artista en la Alemania Soviética, Richter y su mujer cruzaron a Dusseldorf, donde Richter terminó entrando a la escuela de arte moderno y desarrollando una línea de trabajo muy realista (el estilo que buscaba abandonar por pensarlo impuesto por los soviéticos pero que tanto lo interpretaba) denominada “Trabajo sin Autor”, o “Werk Ohne Autor” en alemán, precisamente, el nombre de la película en su idioma original.

Coincidentemente, el compositor de la banda sonora de la música es otra persona de apellido Richter, Max, quien nosotros hemos comentado a propósito de sus trabajos con Ari Folman en “The Congress” (2013) y una de mis películas favoritas, “Waltz With Bashir” (2008). “Never Look Away” es una película llena de escenas emotivas que pudiesen haber sido seleccionadas para nuestra sección “Escena con música perfecta”, pero me quedo con la del tema que más me cautivó en el trabajo de Richter, quien a veces se muestra un poco reiterativo en sus estructuras. Hablo del tema de la guerra o la violencia, el cual aparece al menos 2 veces en la cinta, siempre representado en la figura del Profesor Seeband, como si Florian Henckel von Donnersmarck intentase decirnos que la violencia (o al menos, no todo la violencia) no siempre vino de las balas y las batallas, sino en muchos casos de un enemigo interno, que incluso podía tener la mejor de las reputaciones. La primera aparición (y es la escena que acompañamos hoy) es cuando Elisabeth descubre que será esterilizada, y le ruega al profesor que no siga con el procedimiento, dirigiéndose a él no como una autoridad (como le pidieron segundos antes), sino como “Padre”. Este es el primer síntoma de la vulnerabilidad del Profesor (quien decida por este no ser él quien opera), que luego se ratificará cuando Kurt lo termine quebrando al ver el rostro de Elisabeth y el propio en una de sus obras sin autor. Tanto Elisabeth como Kurt se enfrentan al mismo monstruo, pero uno, con mejores armas, logra derrotarlo.

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