
El 2020 fue una oportunidad para volver a encontrarse con David Fincher. Seis años después de “Gone Girl”, el director norteamericano era convencido por Netflix de hacer la película que todo director debe realizar en su vida, una en que el mundo del cine sea el eje central de la historia. Y vaya propuesta arriesgada, pues en “Mank” David Fincher toca temas bastante complicados de Hollywood, como los escritores bajo las sombras y en especial, la censura, en este guión tan especial para Fincher, pues fue escrito por su padre, Jack, quien lo había terminado a comienzos de los 90’s, sin ver la luz hasta la fecha (y menos, antes de su fallecimiento en 2003). Por eso, así como nosotros esperamos por ver a Fincher, Fincher esperó por ver materializado “Mank”.
Como era de esperar, Fincher acude a sus dos grandes compañeros en lo que a bandas sonoras se refiere, con quienes trabaja al menos desde el año 2010 con “The Social Network” (cuyo análisis pueden revisar en este enlace, para nosotros la mejor banda sonora de la década pasada). Hablamos de Trent Reznor y Atticus Ross, quienes acostumbraban desarrollar con Fincher bandas sonoras más “modernas” y directamente minimalistas en muchos casos, por lo que mucha expectación había respecto de lo que Reznor y Ross podían ofrecer en un drama biográfico de época. El resultado, en todo caso, termina siendo muy (muy) interesante.
“Mank” es una banda sonora de luces y sombras. Se divide claramente en 2 temas o estilos principales. El primer de ellos, el más vistoso, es aquel basado en el jazz y es verdaderamente “luminoso” porque lo que hace es musicalizar un mundo lleno de luz como es Hollywood y sus distintas casas productoras. Centrándonos en la figura del guionista Herman Mankiewicz (increíblemente representado por Gary Oldman), Hollywood y MGM en específico se nos muestran como un lugar donde la vida se lleva al máximo, con las cosas buenas y por supuesto los excesos. La escena en la que suena “A Fool’s Paradise”, por ejemplo, a través del jazz no muestra que esta no es solo la vida soñada por Mank sino por todos quienes quieren entrar a la producción cinematográfica; en “MGM” vemos que es una industria muy efectiva y sin pausa -siendo la música refrescante en planos muy largos-; y en “Glendale Station” nos damos cuenta que logrado reconocimiento (como Mank lo tiene) la fiesta nunca termina. Esta forma de musicalizar también al personaje principal es un acierto de Reznor y Ross, pues si bien Mank es una figura extravagante y entretenida, es también una persona muy mal educada, que respeta estándares sociales ni morales, pero pese a todo, parece siempre (o la mayoría de las veces) agradar y caer en el lugar correcto.

Pero como dijimos, no todos es luz en “Mank”, porque no todo es luz en el personaje de Oldman. Por supuesto, en un comienzo su realidad es muy oscura tras su accidente que le ha costado estar postrado (“Victorville”), en un tema musical que está muy en línea con lo visual de la película y con el drama interior de Mank, quien tras su sonrisa (y querer pasar siempre de listo), esconde una serie de problemas, en especial una adicción al alcohol que no lo deja vivir. Este estilo de vida lo lleva precisamente al extremo de escribir el guión de “Citizen Kane” en circunstancias muy especiales, y a una lucha interna de poder contra la censura (por quienes se veían afectados por el guión) y contra el justo reconocimiento (en la figura de Orson Welles), tomando una serie de decisiones complicadas. Por un lado, es amenazado de modificar el guión, pero en su interior quiere todo lo contrario, ojalá más reconocimiento pues siente que esta es (y terminó siendo) su obra maestra. Por eso, “The Organ Grinder’s Monkey”, refleja de manera espectacular el proceso en la mente de Mank, quien debe decidir si es o no para la industria lo que el mono es para lo que en Chile conocemos como un “organillero”.
Si “Mank” les fue difícil de ver (porque lo es), y quieren darle una vuelta a la banda sonora en un par de minutos, esta idea de la doble militancia de Mank pueden verla en la secuencia de la gala por las elecciones. Mientras Mank disfruta lo mejor de Hollywod, la comodidad, el alcohol y la noche en “Scenes from Election Night”, dentro de él lo consumen sus monstruos. Como nadie, sabe cómo los grupos de poder han boicoteado la elección del candidato socialista, y el triunfo del Republicano le parece cada minuto más aborrecedor. Por eso, la música cambia de manera inmediata, a medida que Mank se enfrenta a sus peores temores, todo mal canalizado por el alcohol. “Election Night-mare” es precisamente la música de quien se encuentra atrapado en una pesadilla de la que es difícil salir. Porque el mundo en el que vive lo atrae, pero le genera odio.