Una de mis películas favoritas de 2016 fue “Swiss Army Man”. Una de esas a las que llegué por casualidad, porque algún portal la recomendaba y porque la presencia de Paul Dano siempre es apelativa. Nunca he sido muy afín con el cine de lo absurdo (una película de un suicida que encontraba un cadáver a la orilla del mar, el cual resucitaba y adquiría características útiles como una navaja Suiza, no es lo primero en mi lista), pero lo cierto es que “Swiss Army Man” es todo lo que está bien en el cine. Una película con un guión atrevido, bien actuada, con una cinematografía única y con una excelente banda sonora. Por eso, y dado que ya está disponible en Netflix, es que venimos a comentar la película de Daniel Scheinert y Daniel Kwan (aka “Daniels”), los famosos directores del icónico video “Turn Down for What”, y que cuenta con banda sonora debemos a Andy Hull y Robert McDowell (ambos de Manchester Orchestra), unos novatos que esperamos, hayan llegado para quedarse.
Ya les dije en parte, en qué se basa la historia de Swiss Army Man. A punto de suicidarse en una solitaria isla, Hank (Paul Dano) encuentra un cuerpo a la orilla del mar. Ilusionado por tener al fin un compañero, su ilusión se desvanece rápidamente al descubrir que se trata de un simple cadáver. Por lo mismo, decide ir a colgarse nuevamente. Y cuando cree mirar por última vez el mar, la magia ocurre. El cadáver empieza a reaccionar y moverse, con funciones bastante particulares que adquiere minuto a minuto (servir de bote, ser una fuente de agua, etc.), hasta finalmente “despertar” y presentarse como Manny (Daniel Radcliffe). Sin saber de dónde viene y a donde va, la música, y en especial, las bandas sonoras, son fundamentales para recordar. Tatareando la música de Jurassic Park, Hank espera crear un vínculo con Manny y lograr que este último recuerde algo. Por eso acude a tan icónico trabajo de John Williams, pues es algo que entiende universal, un lugar común. Lo mismo sucede con otros clásicos populares, como “Cotton Eye Joe”, cuya letra inspira de hecho la aparición de Radcliffe en “Where Did yo Come From?”, aprovechando de plantear de manera hermosa las grandes preguntas que surgen entre Hank y Manny: de dónde vienen y a dónde quieren ir.
En cuanto a su estructura, la historia de Hank en la película tendrán tres grandes momentos. Desesperación y soledad, una idea curiosa de felicidad, y una etapa final de realización. Soledad pues, es obvio, Hank se encuentra desterrado en una isla solitaria, buscando acabar con su vida. Lo único que lo motiva a continuar (incluso luego de llegar al continente), es una bella mujer que aparece en el fondo de su teléfono. “Cave Ballad”, cantada por el mismo Dano, habla de esta idea de soledad mezclada con locura, que marca el primer tercio del disco y la película. Esta preminencia que tienen las voces, prescindiendo gran parte del tiempo de bandas orquestales (o mostrándolas totalmente minimalistas), fue una exigencia de los Daniels, quienes de cierta manera también estaban “dirigiendo” a los compositores. Desafiando la estructura tradicional, pues si se fijan hay muchos temas que podrían parecer carentes de ritmo o estructura, en especial los instrumentos de fondo bajo la segunda parte de la solitaria “Cave Ballad”.
Pero a medida que Manny revive y Hank interactúa con él, surgen esperanzas de volver a una vida normal. Esta etapa, la segunda, es donde Manny encuentra la felicidad, y Hull con McDowell lo presentan en “Montage”, quizás el complemento perfecto a esta película donde la propuesta visual es muy importante. Ese sentido mágico de una cinta que cada minuto es más difícil de descifrar, onírico, de amistad y sueños, que marcan esas escenas en las cuales Hank le muestra como es el mundo a Manny para que éste siga funcionando como brújula. Es un tema de ilusión, que eleva el espíritu, y donde la letra, por supuesto, cambia. Lo instrumental, poco a poco, comienza a tomar el protagonismo que merece, y la letra es tan emotiva que creo, debe ser transmitida por completo a continuación:
Now we killed a raccoon
We are using your body
Like it’s a machine gun
Now we are shooting some fish!
Our friendship is blossoming
Let’s eat the stuff we killed
Now we started a fire
I have to admit, I’m enjoying your company
Are we falling in love?
All we’ve ever needed is a montage
I’m hanging from vines and I’m dancing
D-d-d-d-d-dancing
Wooooooooo!
Truuuuuuuue
Frieeeeeeeeendship!
“River Rocket” es parte de esta idea. Este tema construido en base a Hank y Moody conversando en una especie de contrapunto, muestra la conexión de los personas, de los actores, de la historia, de los compositores con el director, etc. Es el momento en que saben tienen que trabajar en conjunto, pues cada uno se ha visto en el otro y deciden cooperar para poder llegar a el “mundo” porque todos tenemos en él un propósito. Todo lo que sucede, importa por ello.
Pero es entonces cuando todo se derrumba. Al llegar finalmente donde Sarah (Mary Elizabeth Winstead), nada es lo que parecía. Donde antes esperamos sentir alegría, hoy nos invade un incómodo sentimiento de sorpresa. Manny siempre estuvo vivo, y Hank parecía ser una persona que no estaba en sus cabales, que vivía en el bosque, y que tenía una especie de obsesión con Sarah, quien no sabía de su existencia. Ante las cámaras, la policía y su padre, Hank demuestra estar loco. O eso es lo que creemos. Mientras arranca con el cuerpo de Manny hacia el mar, Manny parece nuevamente reanimarse. Esta es la etapa de realización de la que les hablé antes, donde los instrumentos ya toman más protagonismo y parce que estamos ante una banda sonora “tradicional”. Hablamos de “Finale”, una plegaria de éxito y amistad, no sólo para Hank, sino también para su padre (quizás la única conexión en su vida), sino también para los medios de comunicación y la policía. Es un momento en que la música parece dejar la cabeza de Manny donde parecía siempre sonar, y mostrarse al público, conversando con el público en canales más tradicionales.
“Swiss Army Man” es una película que a mí me habla mucho. Le doy mucho sentido, pues conversa sobre la soledad, de la tristeza, la amistad, la locura, sentimientos todos muy difíciles de convocar en un guión tan arriesgado, pero que en la música de Hull y McDowell encuentran un increíble canalizador.