Cuando las luces de atención en animación se las roban Pixar o Studio Ghibli, un pequeño estudio norteamericano se ha ido ganando un espacio año tras año. Hablamos de Laika. Desde 2009 con “Coraline”, han sido capaces de construir un estilo visual muy propio en cuanto al trabajo stop-motion, y al menos desde “The Boxtrolls”, han tenido también un reconocible estilo musical. Trabajos que podríamos definir como de muy alto nivel, que encuentran el inicio de su peak con Dario Marianelli, quien se atrevió a incursionar en el mundo de la animación gracias a esta muy buena historia que venimos a comentar hoy.
“The Boxtrolls” abre con un clásico tema de presentación que habla de una historia que nos invitan a conocer y que puede ser, a ojos de algunos, muy tenebrosa. No es casualidad la lluvia ni la oscuridad que vemos en pantalla, ni tampoco la música que acá propone Marianelli (“The Unspeakable Has Happened”), pues en el pequeño pueblo de Cheesebridge, los trolls que viven en el alcantarillado acaban de raptar (y probablemente asesinar) al niño de la familia Trubshaw y Archibald Snatcher (Ben Kingsley) acaba de obtener chipe libre para destruirlos bajo la promesa de ascender al selecto grupo de los hombres de sombrero blanco que reinan en la ciudad. Un precio prudente a una obra que tan bien, creemos, le haría a la ciudad.
En un comienzo, la presentación de estos trolls debe darnos miedo. Pero a medida que empezamos a conocerlos y ver sus cómicos vestidos de caja (por eso box-trolls), vemos que el temor es infundado. Mientras escuchamos “The Scavengers” y los vemos hurgar en búsqueda de chatarra, vemos un tema musical que empieza a evolucionar a medida que los descubrimos. No son ni tan feos, ni tan agresivos. Aunque puedan faltarles modales, son en el fondo, un grupo de excluidos y perseguidos simplemente por no ser comprendidos. Así, en un par de segundos, pasan de villanos a héroes. Y la tarea entonces, es descubrir por qué quieren destruirlos y por qué viven escondidos en una hermosa ciudad subterránea construida con todo lo que nosotros desechamos (“The Boxtrolls Cavern”). Una reinterpretación de la idea inicial de la película donde la música es fundamental.
El problema de fondo es que el supuesto niño de la familia Trubshaw no fue asesinado, y, por el contrario, fue criado como un Boxtroll mas en la cueva rodeado de amor. Su nombre es Egg (Isaac Hempstead Wright de GoT) y ama la música. Tanto de su caja musical como el increíble disco del tema “Quattro Sabatino” que una y otra vez tocan con Fish (quien viene a ejercer como su padre como pueden ver en la foto). No es casualidad que la música de que se escucha sea italiana, pues esa es precisamente la nacionalidad de Marianelli. Es una canción realmente hermosa y una oda a los quesos (nombrado todos tipos de ellos), los que no sólo dan vida económica a Cheesebridge sino construyen toda su estructura social. “Quattro Sabatino” suena mientras vemos crecer a un Egg quien está libre de todo prejuicio y quiere a los Boxtroll por como son. Y le bastarán unos minutos, luego que Snatcher capture a sus grandes amigos, para darse cuenta que no sólo debe quererlos, sino admirarlos a la hora de compararlos con la jerarquizada sociedad que vive arriba. (the upper-world).
Ese estilo de vida se ve totalmente reflejado en la grotesca Madame Frou-Frou, que no es otro que Snatcher disfrazado. A través de la música y su presentación artística, sigue preparando la mesa para generar en los humanos un odio a los Boxtrolls. Todos los años, se juntan a celebrar el aniversario desde que el niño Trubshaw fuera “asesinado” (“Cheesebridge Funfair”), y en ello, ejecuta la entretenidísima y cómica canción “The Boxtrolls” de Mark Orton y Loch Lomond -quien también aporta temas para los créditos-, interpretada por Sean Patrick Doyle. Esta canción sirve de combustible para una sociedad ansiosa de sangre, y por eso la invitación es a revisar su letra y ver cómo con pan y circo (y repitiendo una idea constantemente), una sociedad puede construir un enemigo inexistente y con ello, justificar la violencia y con ello dejar de cuestionar al poder político. En otras palabras, “The Boxtrolls” es como un canto de sirena que tiene seducidos a los habitantes de Cheesebridge y que les hace mucho mal sin darse cuenta.
En cuanto al clímax y desenlace, este empieza con una notable escena en el palacio de Cheesebridge. Egg y Winnie (Elle Fanning) buscan acercarse a su padre para delatar a Snatcher, y lo hacen bailando un interesante vals (“Slap Waltz”). 1-2-3, 1-2-3 bailan para pasar desapercibidos, y con ello, Egg comienza a disfrutar y silenciosamente, volverse más humano. Pero este hermoso momento se cae y la música lo demuestra. Snatcher, vestido de Frou-Frou, irrumpe y se lleva a Egg, desordenando la música y su balance. Desde entonces, la orquesta de Marianelli es total, quizás prueba del hecho que si todos actuamos unidos, vencer a Snatcher es posible. “Last Battle” es un tema clásico de batalla en ese sentido, con diversos momentos, con presentación, altibajos, clímax y victoria final, jugando acá la percusión un clave rol militar. Ingredientes todos, que hacen de este trabajo una gran banda sonora en la carrera de Marianelli.
Un comentario en “Dario Marianelli – The Boxtrolls (2014)”