Las películas de Jim Jarmusch siempre dan que hablar, tanto como por lo que vemos en pantalla como por su música. No es sorpresivo entonces que por sus largometrajes se pelean un espacio actores como Bill Murray, Adam Driver, Tilda Swinton, Tom Hiddleston, por sólo nombra algunos, lo que siempre he atribuido a su increíble capacidad de crear historias que mezclan lo mágico con lo cotidiano. La música sigue también este carril, con increíbles propuestas que nosotros hemos compilado en el siguiente enlace. Es fascinante ver cómo desde “Only Lovers Left Alive” el 2013, Jarmusch ha pasado también a ser el compositor de sus propias cintas a través de su banda SQÜRL, en la que participa con Carter Logan (aunque habían aportado algo en otra cinta del mismo Jarmusch, “The Limits of Control” de 2009, aunque entonces bajo el nombre de Bad Rabbit). Nadie podría interpretar mejor lo que la música debe generar en una película de Jarmusch que el mismo Jarmusch, expresión que además en este caso es todavía más honesta porque Carter Logan se incorpora como productor de la cinta. Quizás como nunca antes, guión, música y producción van de la misma mano.
Me gusta mucho la definición que la propia banda hace de su música. Adquiere total sentido luego de escucharlos. Para Logan y Jarmusch, SQÜRL es una entusiasta banda de rock marginal de Nueva York, a la que le gustan las grandes baterías y las guitarras distorsionadas, las grabadoras de cassette, los bucles del sintetizador, los comentarios, las tristes canciones de country y las partituras de películas imaginarias. Precisamente el trabajo de SQÜRL en “The Dead Don’t Die” es todo eso, y a continuación veremos cómo. Como introducción, les señalaremos que “The Dead Don’t Die” es una comedia negra que gira en torno a un inesperado ataque de zombies al pequeño pueblo de Centerville, quizás la caricatura misma del pueblo de interior norteamericano, donde todos se conocen y nada pasa. En cierta armonía conviven white supremacists con afroamericanos, curiosos inmigrantes con históricos lugareños, jóvenes con ancianos, etc. Estrenada en Cannes debe ser una de las cintas más esperadas del año y la música, de lo mejorcito que hemos visto hasta ahora.
Como bien dice SQÜRL, uno de los aspectos que le gusta incorporar a la banda en su música son los comentarios. Acudiendo al buen recurso de “Dead Man”, Jarmusch vuelve a poner diálogos en su banda sonora. Esto es curioso, porque debemos considerar “música” diálogos sin ningún sonido de fondo. ¿Están todos de acuerdo en eso? Al menos nosotros tenemos problema, pues es una voz, que dice determinadas cosas a un determinado ritmo como parte de una creación. Estos diálogos, por supuesto, no tienen la carga emotiva o literaria de los diálogos entre William Blake y Nobody en “Dead Man”. Acá los diálogos, en cambio, vienen a aportar el humor intelectual de esta película. En especial, lo cómico que se vuelve que el personaje de Adam Driver (Officer Ronnie) sepa desde un comienzo (después sabremos por qué) que estamos ante una invasión de zombies, sin siquiera cuestionarse la verosimilitud de dicha posibilidad, o los profundos conocimientos del freak del pueblo, Bobby Wiggins (Caleb Landry Jones), respecto a cómo eliminar esta amenaza. Para ello, pueden escuchar “Dialogue 3” y “Dialogue 5”, y luego contrastarlo con el grupo de hipsters que se quedan en el Hotel de la ciudad con “Dialogue 4”, quienes tienen una postura totalmente distintas, distintas perspectivas (con odio de por medio), que son claves en el guion.
El resto de la música es más similar al trabajo de SQÜRL en “Only Lovers Left Alive”. El principal ingrediente que empieza a aparecer en el tema principal (“The Dead Just Don’t Die Today”) son las fascinantes guitarras distorsionadas que tanto aman, que en esta oportunidad siento que se mueven deliberadamente lento debido a lo pausada o tranquila que es la invasión. El sintetizador, por su parte, toma el control en “This Is All Gonna End Badly”, el que podríamos decir, es el tema intermedio de la cinta, que fluye entre la presentación del tema principal y la escena final, donde el tema principal es precisamente acompañado de otro instrumento que tanto gusta a SQÜRL, la batería. Mientras los personajes de Driver y Murray empiezan a asesinar como pueden a todos los zombies del cementerio, el tema principal se presenta con este nuevo instrumento pero también en otra velocidad. Un poco más rápido, es el ataque de los hombres y no de los zombies. Seguro, vehemente e intenso (la música así lo confirma), es una clara muestra de la potencia de la gran crítica de Jarmusch al decidir que los zombies tengan una especie de obsesión con las cosas que más les gustaban en vida: comprar, estar conectados al teléfono, etc.. Con ello, aborda el terror al fin del mundo de una manera alternativa, escena que se complementa perfectamente con la opción música de SQÜRL.