Red Mille (Nicolás Cage) de cacería buscando los responsables del asesinato de su mujer, todos miembros de una violenta secta religiosa en 1983. Esa es la premisa de “Mandy”, la nueva película de Panos Cosmatos (“Beyond the Black Rainbow”). Presentada en Sundance este año, se trata de uno de los estrenos independientes del año y que además es la despedida de Jóhann Jóhannsson, quien trágicamente se suicidara a comienzos de años (revisen en este enlace nuestra despedida al compositor).
Analizar “Mandy” con ganas de homenajear a Jóhannsonn es muy atractivo porque si bien el compositor tuvo 2 bandas sonoras más este año, una de ellas, “The Mercy”, incluía material de su filmes anteriores de menor circulación, y la otra, “Mary Magdalene”, fue un trabajo compartido con quien la relevara en la música de Sicario en su segunda entrega, Hildur Guðnadóttir. Por lo mismo, “Mandy” es el fiel reflejo de lo que Jóhannsson quería hacer al final de su carrera. Con un director muy influyente y con absoluta libertad creativa, en “Mandy” Jóhannsson ve incluso una oportunidad de redención especialmente por su sorpresiva salida de 2 proyectos icónicos el año pasado, “mother!” y “Blade Runner 2049” (que terminara con música de Zimmer y Wallfisch), motivo por el cual no nos sorprende encontrar un resultado tan interesante que por todos lados rebosa de identidad.
Como señalamos, la “tragedia” de “Mandy” ocurre en 1983. Para precisamente ambientarnos en esa época, la cinta acude a dos complementos: el musical y el visual. La estética se las dejo a ustedes, pero verán una propuesta visual a cargo de Benjamin Loeb es clave en el sabor vintage de la cinta y que evoca algunos clásicos de acción de esa década, a pesar de la oscuridad en la cual transcurre gran parte de la historia. El rojo, presente a través de los filtros, influye también en la atmósfera de la secta y es el preludio a la sangre de la venganza de Red. En lo que a la música se refiere, el sonido ochentero es todavía más evidente. Si tuviese que elegir un solo tema, me quedo con “Children of the New Dawn”,que con luces propias nos hace retroceder 2 décadas y se vuelve un clásico instantáneo en los trabajos de Jóhannsson.
Internamente, “Mandy” primero es un thriller de suspenso y terror con mucho sabor Lynch (el misterio, el bosque, la víctima, utensilios con efectos inesperados, etc.), con temas como “Seeker of the Serpent’s Eye” que crean una atmósfera de total perplejidad. Una música que parece contagiarse de la locura de los miembros de la secta, de los Black Skulls y luego del mismo protagonista y su irracional sed de venganza. El misterio en “Horn of Abraxas”y luego la violencia propia de los personajes curiosos como son los “Black Skulls”, muestran una capacidad única en Johánnsson de crear suspenso como quizás nunca le habíamos visto (o de una forma más convencional en “Prisoners”).
De manera totalmente opuesta está el “Mandy Love Theme”. Si bien es fundamental en la construcción de la “necesidad” de venganza de Red, esta historia de amor tan puro pudo haber encontrado dificultades en acoplarse al relato, lo que precisamente la música de Jóhannsson supera, al mostrar el amor de Red por Mandy en todos sus estados: el presente, el recuerdo, la partida (muerte), la despedida, etc. “Death and Ashes” es precisamente una manifestación de esta melodía. Como decíamos, Jóhannsson crea una atmósfera que parece totalmente ajena al relato, y es, incluso, ajena a la personalidad misma de Red Miller, pero que corre un camino paralelo encontrando en la música su vínculo. Yo de hecho, creo que esta tema tan humano e íntimo puede ser interpretado a la postre, como la composición de despedida de Jóhanssson. Dentro de una banda sonora que destaca por el uso de instrumentos de naturaleza electrónica, esta melodía de instrumentos acústicos rompe el esquema y debe ser necesariamente por algo.
Por lo mismo, es una lástima que “Mandy” sea una película que vean pocos, y de los pocos que la vean, no muchos disfrutarán (aunque para muchos críticos parece que terminará convirtiéndose en algo de culto). De hecho, mi experiencia personal fue de total sorpresa durante la función, y empezar a masticarla sólo unas horas luego de verla. De cierta manera, madura muy bien con el paso de las horas, y por lo mismo, puede atentar contra el público promedio de cine. Sin embargo, la música de Jóhannsson sorprende y agrada desde un comienzo, volviendo además al camino que deslumbró a Hollywood antes de su llega, mostrando que pese a su corta carrera, redefinió en parte lo que consistía en hacer bandas sonoras. Un legado importantísimo que difícilmente sea llenado.
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