Justin Hurwitz – La La Land (2016)

Un musical acompañado de jazz, es el notable trabajo de Justin Hurwitz en «La La Land»

El domingo se entregaron en California los Critics’ Choice Awards. “La La Land”, la nueva película del director de “Whiplash”, Damien Chazelle, barrió con sus competidores, llevándose los premios más importantes como Mejor Director y Mejor Película. De hecho, de sus 12 nominaciones, sólo no se llevó la estatuilla en la categoría de Mejor Actriz (Natalie Portman por Jackie), Mejor Actor (Casey Affleck), y Mejor Diseño de Vestuario.  De esas 12 nominaciones, 3 tenían que ver con la música. Dentro de la categoría mejor canción, “City of Stars” y “Audition” fueron nominadas, llevándose el premio la primera, y la banda sonora de Justin Hurwitz fue premiada dentro de la categoría “Best Score”. ¿Se justifica tanto reconocimiento? A rajatabla la respuesta es sí. Es por eso que aprovecharemos, creo que por primera vez desde que existe esta columna, de hablar del “Soundtrack” y del “Score”, aunque centrándonos más en el segundo. Esta excepción se justifica principalmente en que (1) el Soundtrack es original (a diferencia de “Guardians of the Galaxy” por nombrar una; (2) es tan (o más) protagonista que el Score; y (3) en que ambas son igual de buenos.

De hecho, si somos bien estrictos, mucha gente alabó la música de “Whiplash” centrándose exclusivamente en aquellos 2 clásicos del jazz que eran ejecutados por la banda del Conservatorio Shaffer, la homónima “Whiplash” y “Caravan”.  Silenciosamente, acompañando de una forma tal que parecía ser la misma línea musical, estaba la banda sonora de Justin Hurwitz, para nosotros, una de las mejores el 2014.  Por eso, invitamos entonces a reconocerla por sus propias luces. La idea es que con “La La Land” no pase lo mismo. Que la gente no se deje enceguecer por la parte musical de la película, con las luces de Los Ángeles y las notables presentaciones de Ryan Gosling y Emma Stone, para poner en la misma balanza el trabajo incidental de Hurwitz, que es incluso mejor que el de Whiplash.

Creo que es imposible analizar “La La Land” sin partir de su origen, y ello nos lleva a la pregunta que todos se hicieron en su momento, ¿a quién se le puede ocurrir hacer un musical hoy en día en Hollywood y esperar triunfar con ello? Cuando Damien Chazelle llegó con la idea a los productores, esta era totalmente descabellada. Que la historia además se apoyase en un músico que amaba el jazz, quitaba todavía interés a los financistas. No obstante, y aprovechándose del colchón que le entregaba el inesperado éxito de “Whiplash”, no demoró mucho en convencerlos. Esta era una idea que venía rondando en su cabeza desde su época en Harvard, Universidad donde precisamente era compañero de Justin Hurwitz. Ya desde el 2000 tenían borradores del guión, que luego fue pulido para hacer más atractiva la idea para los espectadores, pero manteniendo su idea central: la lucha por triunfar artísticamente de 2 jóvenes enamorados en la ciudad de las luces.

Manos a la obra entonces. Con el presupuesto aprobado, la música no podía sino hacerla Hurwitz, ¿pero este buen compositor incidental podía hacer buenas canciones para un musical? Lo anterior es especialmente relevante en este caso, pues no había música preexistente con la cual el espectador ya se sintiera identificado. “La La Land” enfrentaba el especial desafío de convencer al espectador a la medida que descubre su música, barrera que no tuvo, por ejemplo, el remake de “Los Miserables” hace unos años, o cuando vemos nuevamente “Grease”, “Footlose” o “Jesucristo Superestrella”. Hay un lugar común desde el cual el público ya asiste convencido y fascinado. Bueno, en “La La Land” las dudas se disipan en el primer acto. En un plano secuencia que captura además eso tan característico de Los Ángeles (el tráfico), Hurwitz entrega “Another Day of Sun”. Una escena de casi 6 minutos donde sólo aparecen bailarines y extras, y donde curiosamente, participan de forma sutil los protagonistas. Esto es un claro golpe a la mesa, porque Hurwitz busca convencerte no con las estrellas del elenco, sino con su trabajo y el de las letras de Benj Pasek y Justin Paul. Quienes vean o ya vieron “La La Land” entenderán perfectamente de qué les hablo.

Los otros 2 puntos altos de la banda sonora musical de “La La Land” son precisamente las 2 canciones nominadas a los Critics Choice Awards. Primero hablaré de “Audition (The Fools Who Dream)”, donde Mia (Emma Stone) nos cuenta la historia de su tía que le enseñó a soñar y la motivó a ser actriz. Es otra audición en un rubro donde el desconocido es tratado con displicencia. Por eso la humanidad de la balada es la que convence a los encargados del casting. En su simpleza está la belleza, tanto del piano como de la letra que habla de la emoción que está en aquellos que sueñan. De hecho, se nota cómo Stone interpretó verdaderamente la canción en una escena que bien puede valerle una nominación a los Óscar y que se inspiró en una de las muchas vivencias que tuvo Ryan Gosling en un comienzo, y por seguro muchos otros actores. La última canción del musical, y la que se lleva toda la atención, es “City of Stars”, cantada en 2 momentos de la película, una con Gosling (Sebastian) por su cuenta, y luego acompañado de Mia. Manteniendo la simpleza del piano de “Audition” (transformándose en un verdadero “tema” del cual hablaremos después), pero a la vez jugando un juego con el espectador/oyente, donde la tristeza o melancolía de Sebastian contrastan con una letra que a la vez es esperanzadora aunque consciente de que la propia historia ha hecho que cada uno de los sueños que ha germinado en LA terminen estrellándose.

Ahora, quienes ya conocen esta columna, saben perfectamente que no estamos acá para hablar del musical sino del score, una preferencia personal que siempre trato de transmitir en todas las publicaciones. De hecho, “La La Land” es un musical pero que como musical tampoco es el fanatismo extremo. Salvo los actos de apertura (ya comentado) y cierre final, un saludo a la bandera al género, creo humildemente que lo que manda acá es el drama, y haciendo referencia a otras películas de Ryan Gosling, “Blue Valentine” como drama queda chico.  Por momentos uno se olvida que está en una película de esta especie, creo en especial por el hecho que no hay tanto diálogo cantado, sino canciones que cierran de forma perfecta ciertas escenas o circunstancias de los personajes. Es decir, y esto no es tan obvio como parece, el musical es ingrediente en una propuesta mayor, un drama humano sobre los sueños, cómo se truncan, y cómo pueden influir en nuestras relaciones sentimentales, donde es fundamental la música incidental del mismo Hurwitz, que de hecho, pueden encontrar en su esplendor en un disco adicional diferente de aquel que tiene el musical (donde aparecen algunas pero no todas las composiciones de Hurwitz).

Con un tema principal marcadísimo “Mia & Sebastian’s Theme”, el paso de los días hace que alabemos este simple vals y lo llevemos a la dimensión que merece. Cuesta encontrar algo tan bueno. Algo que abra tan bien una historia y luego la cierre. El tema de amor entre Mía y Sebastian cumple con la difícil tarea de hacerse cargo de la mayoría de las emociones, apareciendo en la primavera, verano, otoño e invierno de esta relación, y ello lo logra a través de su simpleza. Esta fue la primera composición de Hurwitz, quien tenía claro que el éxito radicaba en la versatilidad de la partitura, y que luego no fue utilizado para parte alguna del musical. Tenía que ser algo que se mantuviera siempre puro. Después de muchos intentos dio con la simpleza que buscaba, dotando de un elemento muy personal al personaje de Gosling. No olvidemos que es una composición que en el guión de “La La Land” es propia de Sebastian, que le sirve de rebeldía ante los trabajos poco motivantes que debe aceptar, y que da pie a una relación de amor que puede no tener un final feliz, pero que le marcará toda la vida.

Los otros temas musicales ya fueron aventurados en la parte musical. El segundo tema principal aparece por primera vez en “Mia Hates Jazz” y es la pista que sirve de pie para “City of Stars”.  Conviene centrarse precisamente en “Boise”, donde muestra su faceta más jazz, que prueba a Sebastian que el jazz es algo que debe ser recuperado y que puede enamorar al público (si el mismo tema un par de pistas antes se llama “Mia odia el jazz”, entonces algo de poder de convencimiento ha tenido nuestro personaje). El tercer y último tema se muestra en “Chicken On A Stick”, que a su vez es la base de “Another Day of Sun”.

Para cerrar alabando el score de Hurwitz, basta escuchar “Epilogue”, que aparece en esa destructiva (sentimentalmente hablando) escena final, que aunque predecible, no por ello pierde emotividad. Esas actuaciones donde todo se dice con la mirada, todo el cariño guardado con el tiempo y toda la pena por lo que no resultó. “Epilogue” comienza con la canción de ellos, para luego alegrarse con lo que puedo haber pasado con el tema de “Another Day of Sun” y pasar por la música que inspira “Audition”, que ahora adquiere un nuevo ritmo mucho más jazz y vertiginoso. El tema de “City of Stars” viene después por su cuenta, solo con piano, misma línea con la cual reaparece el tema de Sebastian y Mia que esta vez cierra con una orquesta que da fin a esta historia de amor al estilo de los clásicos romances de Hollywood. Casi 8 minutos con lo mejor de Hurwitz y lo mejor del año. Un paneo por todo el proceso creativo que fue “La La Land”.

En  buen chileno, Chazelle volvió a hacerla. Resucitó el musical. Volvió a elevar a Gosling desde su auto retiro hace unos años y consolidó a Emma Stone, quien dejó algunas dudas con Birdman a pesar de que fue unánimemente nominada en todos los premios. Acercó a Hurwitz a su primer Óscar, quien pasó de ser el “compositor amigo de” a ser uno de los mejores nuevos exponentes de la nueva serie de compositores que están invadiendo el medio y desafiando al establishment que tiene tomada las grandes producciones. Juntos, de paso, entregaron la mejor banda sonora de 2016. No dejen de ver “La La Land”, que se estrena en enero.

 
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