Max Richter – The Congress (2013)

Max Richter se une a Ari Folman nuevamente en «The Congress»

Aprovechando el Festival Cine UC, la columna de bandas sonoras habla del segundo trabajo entre Ari Folman y el compositor Max Richter. Hoy, hablamos de “El Congreso”.

Ari Folman volvió a provocar al mundo, el 2013, cuando lanzó “The Congress”. Uno de los directores más creativos y riesgosos fuera de Hollywood, Folman captó la atención mundial con “Waltz with Bashir” el 2008, un drama bélico en el cual director narraba sus experiencias como un soldado veinteañero en el conflicto del Líbano, y en específico, en la matanza de Sabra y Shatila. No sólo la historia y la forma en que Folman pedía perdón tuvo una positiva acogida en el mundo del cine. Folman también dio espacio a un nuevo frente en el cine de la animación, en especial por el trabajo de Yoni Goodman y el Bridgit Folman Film Gang, cuyas ilustraciones aportaron un toque único a un documental que mezcla realidad con ficción de una manera única. Pero tan importante como la animación en “Waltz with Bashir” fue la música de Max Richter, quien gozaba de amplio reconocimiento en Europa como compositor, pero que todavía no realizaba un salto a la pantalla grande que le permitiera redefinir su carrera a lo que es hoy, una carrera enfocada en el cine y la televisión, que convive con trabajos más “privados”.

Este trío exitoso se volvió a reunir en “The Congress”. Como ya dijimos, esta será la segunda vez que hablamos de una película que junta a Max Richter con Ari Folman (pueden leer nuestra crítica a “Waltz with Bashir” acá), pero también la segunda crítica a la banda sonora de una película donde un libro de Stanislaw Lem sirve de base. Hablamos de “Congreso de Futurología” (1971), otra de las obras trascendentales de uno de los escritores de ciencia ficción más relevantes de la historia moderna. “Congreso de Futurología” se enmarca dentro de las varias novelas de Lem protagonizadas por Ijon Tichy, quien esta vez asistía a un peculiar Congreso en Costa Rica, en lo que terminaría siendo una potente crítica a sociedad utópica donde todo lo que sintamos y expresemos esté condicionado por sustancias químicas. Lamentablemente, nuevamente estamos frente a una adaptación. La primera hora de película, de hecho, es totalmente novedosa, mientras que la segunda parte tiene una inspiración clara en el libro, pero enmarcada en la historia de la primera parte de la película de la cual no se puede desligar. Por eso se vuelve necesario como nunca hacer un breve resumen del guión antes de dar espacio al trabajo de Richter.

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Robin Wright protagoniza “El Congreso” interpretándose a ella misma. Alejada de las grandes producciones que hace unos años la tuvieron como estrella (como “The Princess Bride” y “Forrest Gump”), Wright está recluida junto a sus 2 hijos en un hangar a un costado de un transitado aeropuerto. Su hijo menor, Aaron (Kodi Smit-McPhee), sufre de un estado inicial del síndrome Usher, lo que ha afectado su mirada y audición de forma progresiva. Con ganas de compartir con él todo el tiempo que pueda, Al, su agente interpretado por Harvey Keitel, le ofrece una oferta imposible de rechazar. Los estudios Miramount (un juego de palabras entre Miramax y Paramount) quieren dar un paso nuevo en el cine, dando entrada a actores digitales. Wright tiene sobre la mesa una oferta única, consistente en retirarse 20 años de pantalla (pudiendo cuidar a Aaron), a cambio de permitir que Miramount explote su imagen a través de actuaciones digitales. Luego de muchas dudarlo y poner ciertas condiciones, Wright acepta. El guión se toma entonces una pausa de 20 años, no sin antes pasar el proceso de digitalización, donde escuchamos una de las grandes canciones de la banda sonora. Hablamos de “All your joys, all your pains”, escena donde Al, con el objeto que las máquinas capten todas las emociones de Robin, contándole a su vez, sus propios problemas. Metafóricamente, Al se desnuda ante ella, pese a que es ella quien se desnuda ante las máquinas. El proceso de Richter fue parecido. Según él mismo, la música refleja las emociones que se muestran sin tapujos. Así, Al le reconoce haber utilizado a su favor todas sus debilidades y miedos, y cómo sintió el abandono cuando ella dio más espacio a su vida personal. Más que un agente, es alguien que la ama.

20 años después, antes de renovar su contrato con Jeff Green (Danny Huston) en Miramount, Wright es invitada por Miramount a un Congreso Futurista en Abrahama, una zona reservada a la animación. Una ampolla con sustancias químicas la lleva a un mundo increíble. La película de Folman da espacio a esas animaciones que tanto han dado que hablar, en un mundo increíble plagado de personajes históricos. Buda, Jesús, Bob Marley, Michael Jackson, y varias Robin Wright se pasen por los pasillos del Hotel Hilton en un desfile de colores. Rápidamente descubrimos cómo el proyecto de Miramount ha mutado de una experiencia cinematográfica a una farmacéutica, permitiendo, a través de sustancias psiquímicas, transformar la experiencia de vida de tal forma que cada uno pueda transformarse en quién quiera ser. Una sociedad donde la libre elección sea el elemento que mande. Esta es la parte donde el film de Folman se apoya más en el libro de Lem, como el extravagante hotel y sus servicios. Así descubre que a través del agua incorporan una droga que manipula sus experiencias con el objeto de obtener que renueve su contrato por un nuevo periodo de tiempo. La soledad con que Robin vive todas estas experiencias y alusiones sin explicación es magistralmente interpretada por Richter en “Out of the dark”.  Los rebeldes, que están en contra de la manipulación de Miramount, invaden el Congreso. Robin no es capaz de huir por la fuerte influencia de las sustancias químicas de tal forma, que cree estar en un constante estado de transe. Con la rebelión apagada, Wright sigue en manos de los estudios Miramount, quienes deciden congelarla por 20 años más a la espera que en un futuro, exista la posibilidad que Wright sea capaz de diferenciar la realidad de la animación.

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Es acá donde suena, quizás, la mejor canción del disco: “Winterreise”. Como dice su nombre en alemán, Wright vive un viaje hacia el invierno. Nuevamente, los potentes violines de Richter (que tanto dieron que hablar el 2014 en la serie “The Leftovers”) aportan la emoción necesaria para entender el proceso de Wright. En el mundo de la animación, es la única que no quiere ser nadie. Es la única que representa su misma figura. Es la única que quiere volver a su vida anterior, con todos los problemas que ello implica, sólo por estar junto a Aaron. Por eso no sorprende que en este mundo donde todo es relativo, ella, en su cautiverio, decida probar sustancias que le permitan sufrir el síndrome de Usher. Teniendo todo a mano, felicidad, entretenimiento, sexo, etc., opta por una enfermedad. Quizás es la respuesta más potente al proyecto de Miramount, donde todo parece ser volverse joven y bello. Un mundo que se expresa en la misma canción que Robin canta, “Forever Young”,  cover de Bob Dylan con una letra que habla de un mundo donde todo se vuelve realidad, toda dificultad se supera, donde todos nos mantenemos jóvenes, donde no hay secretos ni verdades que no conozcamos, etc. Una potentísima crítica a lo que es una verdadera dictadura por parte de las industrias de entretenimiento, que nos imponen moldes de belleza, de lo que es entretenido y de lo que no, etc.

Robin es prisionera de una fiesta química de la que no quiere participar. Quiere ir al otro mundo, donde está la “verdad”. Tal como llegó a sus manos un contrato increíble que pudo cambiar su vida, en sus manos tiene de nuevo lo que tanto buscaba. Una sustancia que le permite ir al mundo “real”.  Caminando entre personajes históricos pero luego entre humanos silentes y absorbidos, Wright observa lo peor y lo mejor del ser humano. Como dice la canción (“Beginning and Ending”), todo parece reconducirse a un problema antropológico de un grupo social donde no puede observarse quizás los rasgos más mínimos de nuestra especie. El inicio y el fin del ser humano es siempre el mismo. Robin, por su historia, es la única que puede abstraerse y valorar el mundo gris en el cual espera poder reencontrarse con Aaron.  Por eso visita al Dr. Baker (Paul Giamatti), el médico de Aaron, quien le asegura que ambas realidades son verdades, y pertenecer a una no es necesariamente más valiente que la otra. Antes enmascarábamos la realidad, ahora la reinventamos.  ¿Cuál realidad eligió Aaron? A través de Baker averiguamos que Aaron esperó a su madre 19 años, aún cuando su enfermedad lo dejó casi ciego. Pero terminó cruzando, y nunca lo podrá encontrar entre ese mar de personajes increíbles. Por eso el doctor le ofrece volver, con la idea que Robin vuelva (creándolo en su mente), al lugar de donde es originaria. Ella en cambio, opta por vivir la historia de Aaron de forma animada. Esta es la única manera de reconstruir su historia, y así, poder encontrarlo. “Beggining and Ending”, que es el tema principal del disco, es la pieza madre que musicaliza el reencuentro de Robin con Aaron (“She finds the child”), en mundo donde Aaron puede seguir viviendo en el hangar de su madre, ver y escuchar.

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Folman Critica a las productoras y cómo explotan a los actores y la vida de los telespectadores, gente común como nosotros.  Las películas pueden dar significado a la vida de alguien, un arma que debe ser bien manejada por los estudios. Debo reconocer que la película cobra su total sentido luego de leer el libro y verla por segunda vez. Lo explícito y humano de “Waltz with Bashir” hace que todo se vea pobre a su lado. Esta no es la excepción, pero sigue siendo un trabajo magistral. Richter sigue poniendo en nuestras manos y oídos un trabajo elegante y clásico, que atrae a oyentes que no están acostumbrados a este tipo de música. Y es música que además no parece la apropiada para un film tan surreal e imaginario.  Una obra increíblemente pensada y lograda.

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