Cinco semanas van dedicadas al especial de las bandas sonoras de Harry Potter. En las 4 primeras, vimos el trabajo de 3 directores y 2 compositores por musicalizar las películas, mostrando cómo cada uno aporto lo suyo para hacer de estas bandas sonoras algo especial. Desde la quinta entrega, Harry Potter and ther Order of the Phoenix (2007), Warner encuentra al director que en definitiva llevará a cabo las últimas 4 películas. Hablamos de David Yates, quien le da estabilidad a un proyecto que por momentos la necesitaba. Por lo mismo, Yates optó en sus 2 primeros trabajos por su aliado musical, el compositor Nicholas Hooper, quien asumiendo el riesgo, nos regala un soundtrack bastante interesante.
Como vemos, por segunda vez en la franquicia, Harry Potter tuvo con La Orden del Fénix, un cambio en la dirección visual y otro en la musical. Ambos cambios deslumbran, pero sólo uno lo hace desde un comienzo. Nos referimos a la inclusión de David Yates. La madurez visual del mundo Potter se muestra en los colores, en un hermoso plano donde vemos a Harry sentado en un columpio en una abandonada plaza en los suburbios de Londres. El cambio musical, como aventurábamos, es mucho más sutil. Yates optó por embarcar en el proyecto a Nicholas Hooper, compositor británico más relacionado a producciones televisivas. Ambos habían trabajado en conjunto en las películas “The tichborne claimant” (1998) y “The girl in the café” (2005), esta último, un drama que pasó directamente al mercado de la TV.
La música de The Order of the Phoenix es el disco más difícil de seguir, pues la forma (orden) en que las canciones son presentadas es totalmente distinto a su aparición en escena. Además, se trata de una música que es difícil percatar en pantalla. Se trata de un trabajo mucho más incidental y menos narrativo que los otros, que marcará la tendencia de las futuras producciones musicales, considerado incluso la participación de Alexandre Desplat en las 2 entregas finales. Esto no resta, de ninguna forma, calidad al disco. Es más, siendo sutil, es bastante progresivo y atrevido. Para muchos, la interpretación musical que hace Hooper rompe la tendencia que se vive con el libro y la película, pues mientras ellos se hacen cada día más oscuros a medida que avanzan las páginas y minutos, Hooper evoluciona el soundtrack dándonos las pistas más emotivas y sentimentales al final.
Centrémonos en esa primera escena de la película, la que comenté Yates logró con tanta calidad. La música que suena de fondo respeta el legado Williams con “Another History”. Ella incluye el tema de Hedwig, y lo transforma luego en un sufrido piano que prepara a Harry a su primer encuentro con los dementores, mientras su propio primo le enrostra su soledad. Ilustrativo puede ser el nombre. “Otra historia”, dice Hooper, en una clara analogía a su proyecto musical. Hablamos de Harry Potter, pero ejecutado por otro compositor, que ante la oportunidad de su vida, intentará su huella. Un sello que vemos sin dudas en “Flight of the Order of the Phoenix”, la canción con la que recorren un Londres cada vez más integrado en la historia. Pese a su brevedad, una canción de heroísmo y aventura como esa debe ser destacada.
Una de mis canciones favoritas del trabajo de Hooper suena cuando Harry le enseña al Sr. Weasley Londres desde una perspectiva muggle, camino a su acusación por utilizar magia fuera de Hogwarts. La música muestra mucha ingenuidad, en clara alusión a la fascinación y desconocimiento que Weasley tiene del mundo muggle. Ella se contrapone totalmente a la música con la cual Weasley se desenvuelve dentro del Ministerio de Magia. Una misma canción prueba ingenuidad y luego confianza en un mundo donde Weasley se siente confiado como nadie. Un cara y sello increíblemente representado musicalmente en “The Ministry of Magic”.
Pero si hay algo que Nicholas Hooper y David Yates hicieron de gran manera, fue mostrarnos el crecimiento de Harry. Su personalidad cambia, se vuelve impetuoso, más violento, en principio por esa constante duda de estar convirtiéndose en su némesis, Voldemort. El lado oscuro de esta historia es más potente que nunca, pero Harry terminará descubriendo que no importa lo que tenga en común con Voldermort, importan sus diferencias. El temor a esta dualidad, vencido ya al final del film, no pudo ser plasmada sino en una canción de recuerdos y felicidad. Cuando Harry le dice a Voldemort “me das lástima”, suena “Possesion”, canción que antes vimos cuando Voldemort se mete en la mente de Harry. Su belleza es sólo comparable con la canción de cierre, “Loved Ones and Leaving”.
En definitiva, todas las escenas finales en el Ministerio de la Magia son notables por su música. Por ejemplo, la canción con la que se destruyen las profecías, “Hall of Prophecy”, que se transforma lentamente en una canción de huída dominada por las cuerdas con la llegada de los mortífagos. Es entonces cuando llega la Orden del Fénix, evento que desemboca en la muerte de Sirius, una muerte, que al igual que la mayoría de las de la franquicia, son muy poco trabajadas. Lo pienso incluso de la de Voldemort, aunque Yates en ella tuvo poco que ver, en especial por lo débil que fue la historia de J.K. Rowling en sus capítulos finales. Esta decepción (sólo perdonable con la emotiva muerte de Dumbledore), se vuelve más tolerable por lo buena que es “Death of Sirius”.
David Yates y Nicholas Hooper salieron victoriosos de su prueba. Quien más gana es la franquicia, que además incorporó 2 personajes notables como Bellatrix Lestrange (Helena Bonham Carter) y la desagradable, maniática y obsesivo compulsiva Dolores Umbridge, en una increíble personificación de Imelda Staunton (personaje al que se le dedican 2 canciones). Todo hace que pasen a segundo plano canciones notables como “The Room of Requirement”, que evoca una patrulla juvenil y el ejército de Dumbledore; el ataque de Fred y George Weasley mientras les toman los exámenes con “Fireworks”; y las relaciones sentimentales de Harry con “The Kiss”. Todas las pruebas conducen a la misma conclusión. La música quiere representar que ya no estamos ante un mundo de aventuras de niños. No hay cámaras secretas, no hay piedras escondidas o torneos para los diarios. El conflicto desde Harry Potter y la Orden del Fénix pasa a ser serio, y la música logra demostrarlo.