Cuando pensamos en hacer la cobertura de las 8 bandas sonoras de la saga de Harry Potter, esta era una de las películas que más nos llamaba la atención. La idea, desde un comienzo, es ver cómo la música cambiaba si existía un cambio en el director, por eso, la llegada de Alfonso Cuarón para dirigir la tercera parte significó un claro cambio en la música pese a la continuidad de John Williams. Tras hablar de la Piedra Filosofal y la Cámara Secreta, hoy es el turno de “Harry Potter and the Prisoner of Azkaban” (2004).
Harry Potter y el Prisionero de Azkaban es, sin lugar a dudas, el punto de quiebre en la franquicia de Warner. No me refiero, exclusivamente, a las bandas sonoras, pero partiremos hablando de ellas en honor a esta sección de Revius. Como dije, esta película es uno de los motivos por los cuales me interesa tanto mostrarles el fenómeno Harry Potter. Es lógico imaginarse que un cambio de compositor se traduce en un claro cambio en la música, pero no lo es (lógico) cuando el cambio es de director y se mantiene al compositor. Harry Potter y el Prisionero de Azkaban es una prueba de lo contrario. En una medida que buscó transformar la película en una de fantasía (o ciencia ficción, si prefieren) más que en una de público adolescente, Warner optó por reemplazar a Chris Columbus (quien renunció por motivos personales) por Alfonso Cuarón, el excelente director mexicano pero que hasta entonces tenía un perfil totalmente distinto al mundo Potter. Para muestra, basta señalar que su última película había sido “Y tu mamá también”, el año 2001. El Prisionero de Azkaban marca una explosión en la carrera de Cuarón, quien se benefició tanto de Harry Potter como Harry Potter de él. Luego vendría Children of Men (2006), y su consagración definitiva con Gravity el 2013.
Pero como les dije, The Prisoner of Azkaban fue un punto de quiebre en varios aspectos que trascienden el de la banda sonora. La llegada de Cuarón fue sin dudas un elemento clave para revitalizar Harry Potter. El resultado exitoso podemos justificarlo en el talento –abundante- del mexicano, o quizás simplemente en una especie de nuevos aires gracias a la rotación en el poder. Yo creo más lo primero que lo segundo, en especial porque Columbus se mantuvo como productor y pese a ello Cuarón fue quien tomó las riendas en el asunto direccional, pero la respuesta definitiva se la dejo a ustedes. Pero una medida tan clave como la llegada de Cuarón fue potenciar el elenco con Gary Oldman como Sirius Black (vean la anécdota por la cual decide tomar el papel), David Thewlis como el Profesor Lupin, y Michael Gambon como el nuevo Dumbledore (personificado intencionadamente de una forma diametralmente opuesta a la del fallecido Richard Harris). En esto se nota la constante mano de los productores y en particular de David Heyman. Esa hermosa dualidad consistente en respetar y mantener al elenco original, y agregarle detalladamente piezas talentosas que lo complementen, fue una constante en los 8 films.
John Williams continuó como compositor, pero en cuanto al contenido de su trabajo hubo muchos cambios. Muy lógico luego del irregular disco que terminó siendo el soundtrack de la Cámara Secreta, donde Williams parece entregarnos un trabajo casi idéntico al anterior, sin esencia ni chispa salvo la canción dedicada a Tom Riddle. En The Prisoner of Azkaban, en cambio, Williams nos da algo único, como pagando su deuda y despidiéndose a la vez, pues esta sería su última participación en la franquicia de Warner. Desde entonces, sin contar “Memoirs of a Geisha”, Williams sólo trabajó para el director norteamericano Steven Spielberg (Munich, Las Aventuras de Tintin, War Horse y Lincoln). Recién el año pasado Williams volvió a probar con otros directores al participar con Brian Percival en (la nefasta) “The Book Thief”. Fueron en total 8 años de una especie de exilio, que en el fondo eran ganas de trabajar para una sola mano, la de Spielberg, con la que se siente cómodo. Recordemos que Williams tiene hoy por hoy 81 años, una suma para nada despreciable.
El Prisionero de Azkaban es una película más oscura, más para adultos, con humor más sarcástico que infantil. Basta mirar la diferencia entre las carátulas de los primeros discos y la del Prisionero de Azkaban para ver la diferencia. Todas esas decisiones fueron tomadas con inmensa conciencia. Como película, puede tener un problema, y es ser demasiado arriesgada. Lo mismo sucede con el soundtrack. En ese sentido, es una banda sonora más de canciones que de temas, esto es, ninguna ha logrado trascender en el resto de la franquicia pese a ser todas muy interesantes. Creo que ello se debe a que están pensadas para escenas muy específicas. Tomen como ejemplo la increíble canción del bus, y sus mágicos toques de jazz y locura (“The Knight Bus”). Otro ejemplo son las canciones de coro, como “Double Trouble”, cuya letra se basa en el hechizo del Acto 4, escena 1, de Macbeth de Shakespeare, interpretada por el London Oratory School Schola. La letra de esta canción de bienvenida a Hogwarts pueden verla en este video.
Pero si hay una canción que rescatar en el Prisionero de Azkaban, es “A Window to the Past” (aparece nuevamente en “Finale” y otras). Marcada por una increíble flauta y clavecín, refleja cómo Lupin y Sirius Black son el último resabio del pasado de Harry Potter. Un niño sin padres, refleja en ambos todas sus carencias. Eso vuelve todavía más emotiva la transformación del personaje de Black a lo largo de la película, quien pasa de criminal fugitivo a figura paterna en poco más de dos horas de pantalla. Muy interesante es la canción (y tambores) que acompañan a Harry en su vuelo por el bosque prohibido y los terrenos de Hogwarts en “Buckbeak’s Flight”, personaje a quien dedican otra canción interesante en “Saving Buckbeak” en esa muy lograda escena donde coinciden las dos líneas de tiempo. Pero, nuevamente, son canciones para escenas o personajes específicos, y no fueron adoptadas en las siguientes películas. En ese sentido, una oportunidad desaprovechada pudo ser darle un tema a los Dementores, quienes aparecerán en las 5 películas restantes (los coros casi épicos en “The Dementors Converge” no bastaron).
Al ver todas estas canciones vemos que estamos ante un disco de magia y tristeza. La música pierde un poco de aventura (con excepción de la canción de cierre “Mischief Managed!”), que fue la nota esencial en las 2 primeras películas en especial por “Hedwig’s Theme”, adquiriendo notas mucho más oscuras por el enfrentamiento cada vez más latente con Voldemort y sus secuaces, liderados en esta entrega por Peter Pettigrew (Timothy Spall). Esta versión más madura ha hecho que, para muchos, The Prisoner of Azkaban sea la mejor película de la franquicia, siendo la música un excelente compañero a lo que vemos en pantalla. Creo que muy simbólico es que sea una de las película de menor duración de las 8, confirmando que en ella no quisieron distraer al público con aspectos irrelevantes.
Por eso es extraño que el trabajo musical de Williams en El Prisionero de Azkaban haya sido abandonado en las siguientes películas. Es a lo menos curioso, porque los críticos alabaron el disco (nominación a los Óscars, Grammys y World Soundtrack Awards incluida). Creo que hay mucha culpa del sello en ese sentido. Repitiendo los errores de las 2 primeras entregas, en la película aparece una canción con órgano de suspenso en la búsqueda de Peter Pettigrew, cuando entran a la casa de los gritos tras Scabbers, que no aparece en el álbum. Un piano desafinado como el de Sherlock Holmes que merecía todo nuestro reconocimiento, pasa a ser la repetición a estas alturas absurda, de malas elecciones a la hora de materializar el disco. Una lástima.
Un comentario en “John Williams – Harry Potter and the Prisoner of Azkaban (2004)”