Luego del éxito que fuera hace 2 años la visita de la música del Señor de los Anillos, los productores nacionales se han dado cuenta que hay un nicho que explotar en el público chileno. Por eso, el 19 de julio de este año visita nuestro país Gladiator Live Symphony Orchestra, donde se presentará la música compuesta por Hans Zimmer para el film del año 2000 de Ridley Scott, bajo la dirección de Justin Freer, y con la mismísima Lisa Gerrard cantando las canciones más icónicas en el escenario. La verdad, creo que nadie necesita argumentos para querer ir a este espectáculo (es casi una obligación ir), pero si hay algún seguidor de Revius que necesita un empujón para convencerse, la columna de bandas sonoras espera hacerlo.
A estas alturas, es imposible para una persona que siga regularmente el cine, se interese en bandas sonoras o no, desconocer la figura de Hans Zimmer. Nosotros sólo le hemos dedicado una entrega de nuestra columna cuando hablamos del soundtrack de Inception (2010), pero lo más probable es que ustedes recuerden varios de sus trabajos, como las bandas sonoras de la Trilogía de Batman, El Rey León, The Last Samurai, o recientemente 12 Years a Slave, entre muchas otras. Por eso, creo que es más importante referirme a Lisa Gerrard en esta columna, quien estrictamente está acreditada como co-compositora de este álbum, y que es una figura bastante menos mediática que el compositor de origen alemán. (Nota: debo señalar el soundtrack del Gladiador se lo acredito a Zimmer en el título por motivos organizacionales.) Miembra de la banda Dead Can Dance, la vocalista australiana es la pieza angular de este disco con su inigualable voz, en una banda sonora que se transformó en una de las de mayor éxito comercial en la historia, junto a West Side Story, Titanic, The Bodyguard, y recientemente, Frozen. Con el tiempo, Gladiador fue la consagración definitiva de Gerrard en Hollywood, luego del gran salto en calidad que había tenido el año anterior con la aclamada por la crítica y desastre en taquilla, The Insider (1999).
Todos sabemos de qué se trata esta película. Como nos cuenta Cómodo (Joaquín Phoenix) casi al final de ella, Gladiator es la historia de un general –Máximo- (Russel Crowe) que se convirtió en esclavo, un esclavo que se convirtió en gladiador, y un gladiador que desafió un imperio. Su desenlace se muestra con la hermosa canción “Now we are free”, que pese a sonar al final de la película, es con la que abriremos la columna. Si ya les dije lo difícil que es que no conocer este soundtrack, me atrevo a decir que es imposible que no conozcan esta canción. No se compliquen buscando la letra y una explicación en ella, pues lo que Gerrard nos canta es un idioma propio con el cual se comunicaba con los dioses en la infancia (al menos esta es la teoría que manda, por sobre otras de idiomas antiguos). “Now we are free” es una canción de encuentro, de dicha, y tanto el disco, como la película, son una especie de vía crucis de Máximo en el reencuentro con su familia. Por eso, a lo largo del soundtrack veremos como ella, la canción, a pesar de salir en los segundos finales y en los créditos, articula todo el soundtrack, y se nos presenta en variaciones que permiten que entendamos que Máximo está cada día más cerca o más lejos de su objetivo, la libertad y el reencuentro.
Como dato anecdótico, una de las versiones más hermosas de la melodía de “Now we are free” tuvo lugar el 2009, a propósito de la final de la UEFA Champions League en Roma. En la ceremonia inaugural, fue Andrea Bocelli que nos entregó una increíble personificación de la letra. Cada vez que veo el video me pregunto, ¿quién puede jugar mal un partido así? La versión es original de Luciano Pavarotti, quien adaptó (en estricto rigor) la canción “Earth”, en una pieza que se llama “Il Gladiatore”. A Pavarotti le habrían ofrecido en su momento la posibilidad de ocupar el puesto de Gerrard, arrepintiéndose toda la vida de no haber tomado la posibilidad. Pueden escuchar la versión completa de Pavarotti en este link, en una interpretación que literalmente pone los pelos de punta, y que a diferencia de la versión de Gerrard, sí incorpora letra, que alude a la diosa Roma y a la victoria.
Lisa Gerrard aparece de entrada en la película en la ya famosa escena de Máximo pasando sus manos por los campos de trigo. “The wheat”, en referencia a ello, se llama el primer tema, que luego se transforma incorporando percusión cuando vemos al mismo Máximo en un campo de destrucción en Germania. Nuevamente vemos a Gerrard murmurando, quien, pese a no decir nada, lo dice todo, al llamarnos a un lugar de descanso y retiro. La sigue inmediatamente en el film la canción “The Battle”, la que podíamos identificar como el tema de Máximo. En pantalla, al oler la tierra (la especie de cábala del General), “The Battle” es interrumpida por una versión triste de la música “Now we are free”, en una clara alusión a que en esta oportunidad, muerte significará tristeza, mientras que al final de la película, muerte es reencuentro. Este es uno de los casos en los cuales Zimmer y Gerrard nos invitan a ver la historia de Máximo según su desenlace, y no según cada acto que tuvo en vida, haya sido noble o no, siendo la forma en que se entrega la canción final el parámetro moral del acto.
“The Battle” es muy curiosa, no sólo por la infinidad de melodías y transformaciones que vemos a lo largo de ella en la medida que los romanos atacan a los germanos, sino también porque el público aceptó y aclamó una burda copia que vemos en Los Piratas del Caribe, transformando a esta última en una de las bandas sonoras favoritas de todos. La explicación es lógica. Klaus Badelt, compositor de la primera entrega de las historias de Jack Sparrow, es además productor del soundtrack, y sus estudios los realizó en la academia de Zimmer (Media Ventures), algo muy parecido a lo que vimos esta semana con Henry Jackman y la música de X-Men: First Class. Gerrard y Zimmer, en todo caso, también han sido objeto de críticas bastante parecidas. La primera, por insertar muchas cosas similares a lo que el año anterior había realizado con The Insider, mientras que Zimmer por incorporar obra de Gustav Holst precisamente en esta canción, y de Richard Wagner en canciones como “Am I Not Merciful”.
Volviendo a lo musical, “The Battle” cambia sutilmente en el ataque de los germanos, demostrando 2 formas de entender la guerra: el orden romano versus el choque germánico. Una vez la balanza, lógicamente, se carga al lado de los romanos, aparece tímidamente Lisa Gerrard, nuevamente en una versión triste de “Now we are free” (la anterior no era cantada sino susurro), mostrando la barbarie humana en su totalidad. Pero no vemos a Gerrard en majestad sino hasta “Sorrow”, la canción con la que Máximo pasea entre los heridos. Como dice el nombre, es un canto de lamento. Máximo prefiere ir con los heridos antes de celebrar con las autoridades pues, como General que participa en las batalla y no se dedica a mirarlas como hizo César –Marco Aurelio- (Richard Harris), entiende el sacrificio que cada uno de sus hombres hace por él y por el Imperio, dejando de lado familias e incluso la vida. Es luego de este momento que se nos presentan 2 personajes claves en la historia, los hijos del César. “Progeny” suena en estos momentos, en clara alusión a la prole o descendientes. Sirve de introducción al notable personaje que consagró a Joaquín Phoenix, Cómodo, pero además nos trae a la hermana del heredero al trono, Lucilla (Connie Nelsen), quien además de ser todo lo que su hermano no es (templanza, sabiduría, calma), ha estado siempre flechada por Máximo. Ella tiene su canción especial, “Earth”, donde destacan los vientos. Les recuerdo que esta es la canción que adaptó Pavarotti en “Il Gladiatore”.
La parte más polémica del film es la decisión del César, al ver que su muerte estaba cerca, de dejar el poder en manos de Máximo en vez de a Cómodo, para que este, con su calidad moral que su hijo no tiene, acabe con la corrupción que corrompe a Roma. Frente a esta medida, cada personaje reacciona a su forma. El General lo meditará con la melodía de “Now we are free” (ya muy parecida a la final, en especial por la “consulta” que hace con su familia a través de las figuras que siempre carga consigo), aceptando el cargo contra su voluntad. Cómodo, en una desgarradora escena (quizás la mejor del film cuando César le señala que sus defectos como hijo son sus errores como padre), lo asesina a la luz de su estatua con los violines tétricos de “Patricide”, evitando que el General llegue al poder. Ya con Cómodo como César, es lógico que su primera medida sea deshacerse de Máximo. Este huirá en su ejecución, y dejaremos su historia hasta acá, en especial porque el soundtrack se toma una “pausa” en intensidad, hasta su regreso a Roma como un Gladiador, tras un largo paso por regiones, desiertos, circos y arenas. Basta señalar la reaparición de “Sorrow” en el sufrimiento de Máximo al ver su familia calcinada, y la notable escena “Are You Not Entertained”, en la cual, mientras más reprocha Máximo al pueblo por sus sanguinarios espectáculos, más sangre piden de él.
Recibido en Roma como héroe, Cómodo decide realizar unos juegos en honor a su padre, curiosa medida pues fue Marco Aurelio quien los había prohibido. Máximo acude a los juegos como esclavo de Próximo (Oliver Reed), un antiguo Gladiador que le enseñará todo lo que debe saber para ganarse al público. En su primera batalla en el gran Coliseo escuchamos “Barbarian horde”, la cual es, podríamos decir, “The Battle” 2.0. Ella logra preparar la tensión y la sorpresa una vez que estamos dentro del anfiteatro, en una batalla que suponía representar la segunda caída de Cártago en las manos de Escipión El Africano. Nada resulta, pues Máximo organiza a los gladiadores que personifican a los bárbaros y son capaces de vencer a las fuerzas romanas, obteniendo el reconocimiento del César y de todo el público. Acá viene un momento notable, con un cambio radical en la música, que ilustra toda la gracia de la música en el Gladiador. Las canciones de batalla pueden ser las más vistosas y espectaculares, pero también hay de tristeza y lamento, que incluso pueden llegar a ser más increíbles todavía. Cuando vemos que el premio tras la sorpresiva victoria es la música de “Now we are free”, esta vez igual a la versión final, durante 10 segundos, entendemos claramente que las batallas son decorativas. Esta es una clara alusión a la cercanía de Máximo con su objetivo, pues por primera vez se reencuentra cara a cara con Cómodo, ya investido como César, en un encuentro que se ha transformado en una escena de culto, con Crowe y sus increíbles líneas, “My name is Gladiator”, para luego, tras darle la espalda al César, decirle: “My name is Maximus Decimus Meridius, Commander of the Armies of the North, General of the Felix Legions and loyal server to the true emperor, Marcus Aurelius. Father to a murdered son, husband to a murdered wife, and I will have mu vengeance, in this life or the next”.
Pero si a veces hay que reconocer cuando la música está bien aplicada a las escenas, hay que hacerlo todavía más cuando en ciertas escenas se prescinde de música, como la batalla de Máximo con el León de Galicia, el único campeón invicto en la historia de Roma. En ella nos dejan como “banda sonora” los aplausos, el rugir de los tigres, el golpear de las espadas, para luego ver a Máximo salir victorioso una vez más. Esta será la gota que que colma a la debilitada figura del César, quien debe idear un plan para eliminar a una figura que ha entrado en el corazón de Roma.
Es interesante que la ejecución del plan de Cómodo para eliminar a sus fuerzas opositoras tenga como canción “The Battle”, pero en el fondo, tiene mucho sentido. Él no es soldado. Así como el talento de Máximo es en el campo de batalla, el de Cómodo se ejerce en el ámbito del poder. Estas son sus formas de batalla, eliminar a sus rivales, amenazar a su hermana, asesinar a Próximo, capturar a Máximo, destituir al senador Graco, coronado todo con su notable “Am I Not Merciful”, que a estas alturas es hermano de “Are You Not Entertained”. Para coronar su obra macabra, Cómodo enfrentará a Máximo en la arena, no sin antes herirlo para así tener opciones de vencer. Un agonizante Máximo delira mientras pelea (nuevamente el trigo), pero logra matar al César ante un público silente que no puede creer lo que observa. “Elysium” de fondo, estamos en la puerta de lo más majestuoso de la película, pues sólo cuando Máximo sabe que la tarea está realizada, y la hermana de Cómodo le deja “ir” con su familia, es que puede descansar, y “Now we are free” llega en esplendor como canción de encuentro. Ya está en casa, como lo están sus amigos, entre ellos Juba, quien al enterrar las figuras de su familia en el Coliseo, le agradece diciéndole: “Ahora somos libres”.
En conclusión, estamos ante otra ópera maestra de Riddley Scott, como lo fue en su momento Blade Runner y su música. Sin duda les ha costado todos los integrantes de este proyecto dar un salto desde entonces. Russell Crowe parece hacer siempre el papel de Máximo (incluso este año en Noah), y Scott no ha podido tener otro acierto de taquilla semejante. La música, sin dudas, es el gran ejemplo de ello. Un soundtrack que es un clásico de todos los tiempos, interpreta cabalmente lo que Próximo le exigía a sus gladiadores: una transición digna a la muerte con la música de los aplausos. Recuerden comprar sus entradas para Gladiator Live Symphony Orchestra en Punto Ticket, para asistir este 19 de julio a un evento de nivel internacional.
Un comentario en “Hans Zimmer – Gladiator (2000)”